lunes, 16 de noviembre de 2009

Burbujas de Serotonina

La noche no estaba estrellada. Entre las luces estridentes que se reflejaban en mi retina conseguí vislumbrar decenas de burbujas de jabón.

No era tarde, pero oscurecía pronto y te sentía muy cerca de mí, aunque sólo nos rozábamos. El concierto era fantástico y me apetecía bailar, pero no quería levantarme. Así que ahora tengo una rebeca llena de ese peculiar césped seco que puebla nuestros parques. Me prometiste que no habría ni una sola cucaracha. Yo te dije que sólo te creería si tú mismo había hablado con ellas para que no aparecieran. Me contestaste que sabías que esa noche no habría nada que me molestase. Aunque no hubieras sido tú el que hubiera hablado con ellas. Apoyé entonces mi cabeza en el suelo. No habría bichejo que enturbiase ese instante.

Las burbujas de jabón se marchaban hacia el cielo buscando aventuras. Sin embargo, una, muy pequeñita, se transportaba bajo la palmera. Yo recé porque las palmas no le hicieran daño. Seguía acercándose cada vez más y durante medio segundo estuvo sobre mí, en línea paralela a mi nariz, a un metro de distancia. Mi burbuja de Serotonina.

Bailé en el suelo, porque no apetecía nada moverse. Estábamos terriblemente a gusto escondidos de todos y del mundo. Compartiendo un momento único. Rodeados de burbujas y de música.

Si cierras los ojos y te imaginas un cielo oscuro, con miles de focos y música divina de Justin Adams -¿puedes?-, entonces añade cientos de burbujas jugando a la cogida, transparentes y brillantes. Ahora piensa en todas las veces que te has perdido las burbujas que se te han posado en la nariz. Sonríe. Empieza por “s” como serotonina. Lindo, ¿verdad? No es mío. Me lo copio porque sé que me dejan…

Ahora imagina todas las veces que te has olvidado de que una burbuja se te ha posado en la nariz, o del que cielo estaba lleno de jabón. O de todas las veces que guardaste en un cajón el recuerdo de su mano rozándote casi a medias mientras bailas… Ahora deberías darte cuenta de lo que yo me dí cuenta anoche. No es tan terrible perderse el momento en el que vives, a veces pasa. Si lo descubres, bébetelo hasta el final. Eso sí, jamás olvides… Jamás lo olvides. En otro momento de atropinas y cortisoles, te salvará. No lo guardes el cajón de los recuerdos, mantenlo presente. Como aquel chiste tonto que oíste, y te hace sonreír a solas, aunque estés caminando por la calle y todos te miren de manera extraña.

Porque yo hoy he tenido un día rojo. Y a veces el recuerdo de la burbuja no era suficiente para seguir respirando. Pero anoche… anoche no. Ese momento se acaba de marcar a fuego en mi cabeza, para ayudarme a superar días como el de hoy.

Y no, no voy a hablar de mi día rojo. Mañana quizá. Una sabia Holly dijo que estos días no tienen explicación: “You're afraid and you sweat like hell, but you don't know what you're afraid of. Except something bad is going to happen, only you don't know what it is.”

Tengo burbujas de serotonina... a ver si con ellas acabo el día de color azul…

4 comentarios:

Sr. Miyagi dijo...

Precioso, Pons.

spulzeer dijo...

He vuelto a leerlo y he cambiado algo, según me comentaste.
Espero que haya quedado mejor, porque, como casi siempre, tienes razón.
xxx

Max E.G.B. dijo...

Me gusta. A mis cucarachas también. El día, cada día, lo pintamos nosotros... del color que sea... Intento usar todo el arco iris.
Salud y suerte.

spulzeer dijo...

Muchas gracias por este y por los demás comentarios que me has dejado, Max.
La vida consiste en caminar, unas veces nos da tiempo a pintar y otras a disfrutar de lo que otros pintan...
Y se puede sustituir pintar por escribir, por ejemplo.

Gracias otra vez