lunes, 20 de abril de 2009

El pacto


Tenían que intentar mantenerle callado.

Bien sabía Jacinto que el precio por traición era así de duro y que las condiciones en las que viviría en cuanto se cerrase la puerta iban a ser precarias.

En otros momentos de la historia del pueblo lo que había hecho Jacinto no hubiera sido tan importante, pero en los últimos meses las condiciones habían cambiado y no se podían tolerar ciertas actitudes.

El pacto había nacido hacía unos cincuenta años, cuando sus padres descubrieron que en el pueblo había un manantial con poderosas cualidades curativas. Vivían aislados casi todo el año, porque en invierno las nevadas eran tan fuertes que se cortaban las comunicaciones durante casi cuatro meses. El resto del tiempo eran el pueblo olvidado que pocos visitaban.

En el invierno en el que acordaron guardar el secreto del manantial, las nevadas duraron hasta bien entrado marzo y el frío no se marchó hasta junio. Sus padres, asustados de que su tranquilidad estuviese en peligro y ansiosos de guardar para sí la fuente de la eterna juventud, decidieron que nadie saldría del pueblo, salvo en ocasiones muy especiales, en las que se elegiría a un delegado; que cuidarían de mantener a los foráneos, y que, pasase lo que pasase, nunca se utilizaría más de una botella del preciado tesoro al mes.

Durante todo este tiempo no hubo altercados importantes y todos aprendieron a respetar lo pactado sin hacer preguntas, a sabiendas de que los traidores sufrirían el castigo que Jacinto se había ganado a pulso.

Jacinto había crecido en el culto al pacto y conocía claramente las consecuencias de su ruptura, pero nunca nadie imaginó que sería capaz de semejante locura. Durante meses había acumulado a escondidas botellas llenas del elixir bajo su casa. Algunas noches se escabullía con su borrico para venderlas en el mercado del pueblo más cercano.

Descubrieron el negocio un día que el delegado fue enviado a por más medicinas. Jacinto lo negó al principio, pero no cabía duda. Y las botellas encontradas en el sotano lo delataban.

Ahora, frente a todos, cuando cerrasen la puerta, dejarían que la edad, el tiempo, las enfermedades y el frío hicieran lo suyo con él, que gritaba y suplicaba perdón. Sin embargo, no hubo misericordia.

Jacinto moriría como lo hicieron sus abuelos. La muerte llegaría a él y no habría más atajos.

Aquellos serían los últimos ojos que vería.


8 comentarios:

Sr. Miyagi dijo...

Sorprendente cuento, y muy sugerente, Cande. No uilizas más palabras de las precisas, y apenas ninguna descripición; lo que se llama ir al grano. Y me gusta mucho el final. Podías haber optado por una vía tremendista, sin embargo cuentas ese claustrofóbico y aterrador final de un modo frío y desapegado, casi aséptico, lo que incita al lector a utilizar su propia imaginación para suponer la lenta agonía de Jacinto. Enhorabuena. Con una tripulación así da gusto hacerse a la mar.

spulzeer dijo...

¡GRACIAS!...
Todo se pega menos la hermosura -así me va-, empiezo a notar lo que los maestros como tú pueden enseñarme.

Sr. Miyagi dijo...

Como vuelvas a referirte a mí empleando esa palabreja que empieza por "m" -en mala hora elegí ese seudónimo -, te retiro la palabra, Pons, que lo sepas. La técnica e incluso la imaginación pueden entrenarse, la sensibilidad no. El día que yo sea capaz de esto: http://spulzeer.blogspot.com/2008/06/se-me-ha-vaciado-el-corazn.html, proseguimos la discusión.

Sr. Miyagi dijo...

Y lo de la hermosura... vamos a dejarlo estar, que no es cosa de meneallo en público, pero un día de estos, frente a un café, te diré tres o cuatro cosas que recuerdo de esa conversación que nunca tuvimos. Bss.

spulzeer dijo...

Quiero un café contigo pronto, que ya sabes que curiosa soy como los gatos.
Gracias, de verdad, por toda la confianza que pones en mí.
"Se me ha vaciado el corazón" es posible uno de los escritos que más me hayan dolido... así que, te agradezco que lo aprecies.
Besotes

Lunática dijo...

Te descubro por primera vez y te agradezco este texto. Te lo agradezco por varias cosas:
- la primera es tu transparencia y precisión al escribir.
- lo segundo, porque a pesar de la imagen elegida, no hables de la guerra.
Seguiré descubriéndote. Un placer.

spulzeer dijo...

Gracias, de veras...
Es un placer es ser leída, siempre.

GRACIAS MIL VECES

PS: acabo de llegar de yoga, y tardo una hora en volver caminando, así que disculpad que no pueda decir una palabra más... ;)

El Ángel... dijo...

Hola, descubro tu blog con este texto, me gustó, muy claro sin adornos y muy bien narrado para mi gusto. La situación del pueblo aislado por propia voluntad me recuerda “El bosque”. Volveré para leer otros escritos tuyos.
Un saludo.