
Acabar con Caperucita no fue difícil. Eso le pasa por desobediente.
Si hubiera hecho caso a su madre. Ni flores, ni charlas, ni atajos, ni bosques solitarios.
A lo mejor soy el fruto amargo de una sociedad amargada. De un mundo terriblemente cruel.
No es que me pareciera lo justo despedazarla con tanta agresividad. Pero no soporto tanta pose. Vida hipócrita de princesa.
Si se hubiera quedado quieta, se hubiera angustiado menos...
Porque el dolor, digan lo que digan, se siente igual. Aunque respires hondo.
Yo respiro hondo y me duele igual.
Lo siento por ella, pero no por mi lobo.
Ya era hora.
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