07 agosto
Desde la habitación del ático se veían las montañas de la ciudad, y alguna que otra grúa, las torres de repetición, las antenas de televisión e incluso algún pájaro despistado se acercaba demasiado.
Era temprano y se había despertado pensando en cosas tan absurdas como la foto de Briatore en la playa -¡esas cosas deberían ser secuestradas de los kioscos!-, así que decidió preparar un cafecito y sentarse a ver la tele en versión original, que para eso se pagaba -no ella, se pagaba-.
El sentimiento era siempre el mismo, felicidad, aunque estuviera envuelto en un poco de ansiedad y un poco de preocupación, pero se había prometido que, costara lo que costara, aunque se hubiera rendido al tabaco -otra vez- controlaría su afán de controlarlo todo.
Sonrió.
Curioso, ¿verdad?. Controlar el control, para no controlar... Nunca fue una persona fácil de entender, pero confiaba en su instinto y si podía controlar un poco la falta de control quizá habría menos preocupaciones.
La cafetera dio su aviso y sus pensamientos se dispersaron.
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